jueves, 15 de enero de 2015

SILLA EN LA VEREDA


Llegaron las noches de las sillas en la vereda; de las familias estancadas en las puertas de sus casas; llegaron las noches del amor sentimental del "buenas noches, vecina", el político e insinuante "¿cómo le va, don Pascual?" Y don Pascual sonríe y se atusa los "baffi", que bien sabe por qué el mocito le pregunta cómo le va. Llegaron las noches...

Yo no sé que tienen estos barrios porteños tan tristes en el día bajo el sol, y tan lindos cuando la luna los recorre oblicuamente. Yo no sé qué tienen; que reos o inteligentes, vagos o activos, todos queremos este barrio con su jardín (sitio para la futura sala) y sus pebetas siempre iguales y siempre distintas, y sus viejos, siempre iguales y siempre distintos, también.

Encanto mafioso, dulzura mistonga, ilusión baratieri, ¡qué se yo qué tienen todos estos barrios!; estos barrios porteños, largos, todos cortados con la misma tijera, todos semejantes con sus casitas atorrantas, sus jardines con la palmera al centro y unos yuyos semiflorecidos que aroman como si la noche reventara por ellos el apasionamiento que encierran las almas de la ciudad; almas que sólo saben el ritmo del tango y del "te quiero". Fulería poética, eso y algo más.

Algunos purretes que pelotean en el centro de la calle; media docena de vagos en la esquina; una vieja cabrera en una puerta; una menor que soslaya la esquina, donde está la media docena de vagos; tres propietarios que gambetean cifras en diálogo estadístico frente al boliche de la esquina; un piano que larga un vals antiguo; un perro que, atacado repentinamente de epilepsia, circula, se extermina a tarascones una colonia de pulgas que tiene junto a las vértebras de la cola; una pareja en la ventana oscura de una sala: las hermanas en la puerta y el hermano complementando la media docena de vagos que turrean en la esquina. Esto es todo y nada más. Fulería poética, encanto misho, el estudio de Bach o de Beethoven junto a un tango de Filiberto o de Mattos Rodríguez.

Este es el barrio porteño, barrio profundamente nuestro; barrio que todos, reos o inteligentes llevamos metido en el tuétano como una brujería de encanto que no muere, que no morirá jamás.

Y junto a una puerta, una silla. Silla donde reposa la vieja, silla donde reposa el "jovie". Silla simbólica, silla que se corre treinta centímetros más hacia un costado cuando llega una visita que merece consideración, mientras que la madre o el padre dice: 
-Nena; traéte otra silla. 

Silla cordial de la puerta de calle, de la vereda; silla de amistad, silla donde se consolida un prestigio de urbanidad ciudadana; silla que se le ofrece al "propietario de al lado"; silla que se ofrece al "joven" que es candidato para ennoviar; silla que la "nena" sonriendo y con modales de dueña de casa ofrece, para demostrar que es muy señorita; silla donde la noche del verano se estanca en una voluptuosa "linuya", en una charla agradable, mientras "estrila la d'enfrente" o murmura "la de la esquina".

Silla donde se eterniza el cansancio del verano; silla que hace rueda con otras; silla que obliga al transeúnte a bajar a la calle, mientras que la señora exclama: "¡Pero, hija! ocupás toda la vereda". 

Bajo un techo de estrellas, diez de la noche, la silla del barrio porteño afirma una modalidad ciudadana. 

En el respiro de las fatigas soportadas durante el día, es la trampa donde muchos quieren caer; silla engrupidora, atrapadora, sirena de nuestros barrios. 

Porque si usted pasaba, pasaba para verla, nada más; pero se detuvo. ¿Quién no se para a saludar? ¿Cómo ser tan descortés? Y se queda un rato charlando. ¿Qué mal hay en hablar? Y, de pronto, le ofrecen una silla. Usted dice: "no, no se molesten". Pero, ¿qué? ya fue volando la "nena" a traerle la silla. Y una vez la silla allí, usted se sienta y sigue charlando.

Silla engrupidora, silla atrapadora. 

Usted se sentó y siguió charlando. ¿Y sabe, amigo, dónde terminan a veces esas conversaciones? En el Registro Civil. 

Tenga cuidado con esa silla. Es agarradora, fina. Usted se sienta, y se está bien sentado, sobre todo si al lado se tiene una pebeta. ¡Y usted que pasaba para saludar! Tenga cuidado. Por ahí se empieza. 

Está, después, la otra silla, silla conventillera, silla de "jovies", tanos y galaicos; silla esterillada de paja gruesa, silla donde hacen filosofía barata ex barrenderos y peones municipales, todos en mangas de camiseta, todos cachimbo en boca. La luna para arriba sobre los testuces rapados. Un bandoneón rezonga broncas carcelarias en algún patio. 

En un quicio de puerta, puerta encalada como la de un convento, él y ella. Él, del Escuadrón de Seguridad; ella, planchadora o percalera.

Los "jovies" funcionarios públicos del carro, la pala y el escobillón, dan la lata sobre "erogoyenisme". Algún mozo matrero reflexiona en un umbral. Alguna criollaza gorda, piensa amarguras. Y éste es otro pedazo del barrio nuestro. Esté sonando cuando llora la milonga o la Patética, importa poco. Los corazones son los mismos, las pasiones las mismas, los odios los mismos, las esperanzas las mismas. 

¡Pero tenga cuidado con la silla, socio! Importa poco que sea de Viena o que esté esterillada con paja brava del Delta: los corazones son los mismos...


(Aguafuertes porteñas)
Roberto Arlt.

jueves, 27 de mayo de 2010

domingo, 23 de mayo de 2010

El Cabildo

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El primer edificio del Cabildo se construyó recién en 1608, en el solar que Juan de Garay le había asignado en 1580 al fundar la ciudad. Se levantó la Sala Capitular y un calabozo con barro apisonado y encofrado de madera. Para 1631 era tal el deterioro que se hizo imposible seguir sesionando por lo que los cabildantes pasaron a reunirse en la casa del Gobernador y se vió la necesidad de construir otro edificio.

El nuevo, del que se tiene noticia en los Acuerdos de 1662, tenía arcadas y dos torres, una en cada extremo, que se mantuvieron hasta 1692 en que se demolieron por razones de seguridad.


Los orígenes del Cabildo actual (o lo que queda de él) se remontan al año 1711.
Ese año la Corona española autorizó la construcción de un nuevo cabildo para la ciudad de Buenos Aires. Los nuevos trabajos serán realizados según el proyecto del jesuita Andres Blanqui.

Sería un edificio de dos plantas (capilla y despachos para los capitulares y el escribano en el piso bajo; sala de sesiones y otras dependencias en el piso superior, celdas y habitaciones para la servidumbre al fondo) balcón corrido en el frente, torre, cinco arcos arriba y abajo, a los costados del cuerpo central. Las obras comenzaron en 1725 y se inauguraron en 1740 cuando aún faltaba concluir el piso alto y la torre. La planta alta fue acabada en 1748, luego el balcón de madera y hierro. La torre se terminó en 1764 , la campana y el reloj (que se instaló al año siguiente) . En 1786 se dispuso el ornato de la sala de sesiones, para la que se adquirieron alfombras inglesas, colgaduras de damasco carmesí con flecos y borlas de oro, dosel, cojines, escaños, mesas y una campanilla de plata. Debajo del reloj, en la torre, fue emplazado el escudo de la ciudad y se inscribió la fecha de 1711. Este es el edificio será testigo de las Invasiones Inglesas y la Revolución de Mayo.


1822 - Acuarela de C.Pellegrini

En 1830 se redujo la extensión del balcón limitándolo a los tres arcos centrales y en 1845 se agregaron dos campanas más.

En 1860 se reemplazó el reloj de 1765 por otro que la Municipalidad adquirió en Europa Para su instalación fue necesario modificar la torre colocando una sólida escalera de mármol en reemplazo de los restos de la anterior de madera. Las ventanas de la torre fueron ensanchadas para colocar en ellas las esferas. El exterior de la torre fue revocado y adornado con azulejos y arriba se le colocó un globo de metal dorado de donde partía un pararrayos y una veleta con indicación de los puntos cardinales.

1861
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En 1879 –cuando el Cabildo era asiento de la Casa de Justicia. se le agregó un cuerpo a la torre, se le modificó e1 coronamiento y se arrasó con sus molestos aires coloniales, cargando su fachada con pilastras, capiteles y cornisas que modificaron su rostro hasta lo irreconocible. Se llegó al punto de sacar del edificio su bonito techado de tejas además de reformar los balcones y las columnas dándole un aire renacentista totalmente ajeno a al estilo original del edificio. El proyecto fue del arquitecto Pedro Benoit. En 1881 se revocó la torre y se le colocaron vidrios en la cúpula que por las noches, simulaba ser un faro en lo alto de la ciudad. i

1880

En 1889, por la apertura de la Avenida de Mayo, fueron demolidas tres arcadas del ala norte y se eliminó la torre. En 1905 el histórico Cabildo corrió el riesgo de desaparecer cuando se lo intentó demoler para construir en el terreno el Palacio Municipal.

El Cabildo luego de la apertura
de la Av. de Mayo

Y en 1931 perdió otros tres arcos, en su ala sur por la apertura de la Diagonal Julio Argentino Roca, nuevamente se intentó su demolición hasta que un proyecto del diputado Carlos Alberto Pueyrredón se convirtió en la ley 11.688 del 30 de mayo de 1933 por el cual se lo declaró Monumento Histórico Nacional.


Finalmente el 20 de diciembre de 1939 el Poder Ejecutivo Nacional nombró una Comisión encargada de realizar los estudios técnicos para restauración y reconstrucción definitiva del Cabildo. Fue restaurado en 1940 por el Arquitecto Mario Buschiazzo. Sobre la base de fuentes documentales gráficas y escritas, sondeos y cateos en obra, Buschiazzo retrotrajo al Cabildo al aspecto que ofrecía en la época colonial, reconstruyendo la torre, recuperando los tejados a dos aguas, rehaciendo carpinterías y herrería según los referentes de fines del siglo XVIII. La obra fue inaugurada el 12 de octubre de 1940.

El Cabildo en el Bicentenerio
de la Revolución de Mayo

Hoy es sede de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos, y del Museo Histórico Nacional del Cabildo de Buenos Aires y de la Revolución de Mayo.
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viernes, 12 de marzo de 2010

ENCUENTRO DE GRANDES VELEROS 2010


Cola para visitar la Fragata Libertad

Todos los años podemos ver zarpar o llegar al puerto de Buenos Aires -y también visitar- a la Fragata Libertad, el buque escuela de la Armada Argentina. También suelen llegar a nuestra ciudad buques escuelas de otros países, como el Juan Sebastián Elcano, de la Armada Española. Lo que ha sido un acontecimiento extraordinario es la presencia simultánea de 10 grandes veleros -buques escuela de las armadas de países de América Latina y de España y Portugal- que participan del Encuentro de Grandes Veleros 2010 y Regata del Bicentenario.

Fragata Libertad (izq), Cisne Branco (der) y Simón Bolívar (más lejos)
click en la imagen para ampliar

Los barcos llegaron a Buenos Aires la semana pasada, y más de medio millón de personas los visitaron desde el viernes 5 al lunes 8, para lo que en muchos casos hubo que hacer colas de más de una hora.

Mas de medio millón de personas visitaron los barcos en cuatro días

El martes 9 zarparon hacia la Isla de los Estados, y Ushuaia -a donde llegarán el 20 de marzo- que es la próxima ciudad que visitarán.

También mucha gente visitó los buques museo Fragata Sarmiento y Corbeta Uruguay, que están permanentemente en los Diques 3 y 4 -respectivamente - de Puerto Madero.


Grandes Veleros 2010 en Buenos Aires:

Simón Bolívar, en Dársena Norte


Juan Sebastián Elcano - España. Eslora: 113 m
Esmeralda - Chile. Eslora: 113 m
Libertad - Argentina. Eslora: 103,7 m
Sagrés - Portugal. Eslora: 90,80 m
Cuauhtémoc - México. Eslora: 90,5 m
Simón Bolivar - Venezuela. Eslora 82,4 m
Guayas - Ecuador. Eslora: 78,4 m
Cisne Branco - Brasil. Eslora: 76 m
Gloria - Colombia. Eslora: 76 m
Capitán Miranda - Uruguay. Eslora: 61 m

Cuauhtémoc

Los veleros seguirán luego por el Pacífico hasta el Canal de Panamá, y por el Caribe hasta finalizar en la ciudad de Veracruz (México) a fines de junio.

La Fragata Libertad no llegará a las dos últimas ciudades: Santo Domingo y Veracruz.
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lunes, 22 de junio de 2009

Puerto Madero

Desde la fundación de la ciudad, las embarcaciones que llegaban a Buenos Aires fondeaban a considerable distancia de la costa en las amplias playas naturales del estuario del Río de la Plata. Desde allí, pasajeros y mercaderías eran trasladados a la costa en barcazas y carretas.

El viejo puerto

El Muelle de Pasajeros se inaugura en 1855 en el entonces denominado Bajo de La Merced, frente al Paseo de Julio (hoy Av. Leandro Alem) entre las actuales calles Sarmiento y Juan Domingo Perón. En este muelle atracaban los lanchones de alije y transbordo desembarcando el pasaje con toda comodidad.

Desde 1857 funcionaba -delante del viejo fuerte que hubo de demolerse parcialmente- la llamada aduana de Taylor, un edificio semicircular en terrenos ganados al río donde ahora está la Plaza Colón. Desde allí salía un muelle de unos 300 metros.



Aduana Taylor (izq.) Muelle de Pasajeros (der.),
se ve el muro o malecón en el Paseo de Julio (hoy Av. Leandro Alem)
Detalle de una litografía de Dulín, c. 1865.

Y en 1872 se construyó desde la costa de la barranca (Ahora Leandro Alem y Paraguay) hacia el río donde hoy se halla el espejo de agua del apostadero, el muelle de "Las Catalinas", llamado así porque se hallaba al cerca de la Iglesia y Convento de Santa Catalina de Siena. El muelle se internaba 500 metros en el río y una línea ferroviaria circulaba por él, para la carga y descarga directas, rumbo a los depósitos que se hallaban en la costa. Ese fue uno de los muelles que sirvió de desembarcadero a los buques de inmigrantes durante las dos décadas inmediatamente anteriores a la construcción del "Puerto Madero".

Necesidad de un gran puerto

Pocos años después, se decidió que era necesaria la construcción de un puerto completo. De los dos proyectos más importantes, el de Huergo y el de Madero, se optó por este último. Constaba de cuatro Diques interconectados y dos Dársenas (Norte y Sur), construidos en terrenos ganados al río. Los diques, se dividían a su vez, en 4 galpones de 19.600 metros cuadrados cada uno. Las obras se iniciaron en 1887 y finalizaron en 1898 .

Se alcanza a ver la plaza semicircular detrás de la Casa de Gobierno, donde estaba la Aduana Taylor.
A los pocos años, por el inmenso crecimiento del tráfico portuario, las instalaciones resultaron inadecuadas y en 1911 se iniciaron las obras de Puerto Nuevo, al Norte del anterior, según el proyecto planteado por Huergo.

Con el tiempo, el aumento del calado de los barcos y nuevas técnicas de embarque hicieron que las instalaciones de Puerto Madero resultaran anacrónicas, por lo que dejaron de utilizarse.


Puerto Madero actual

En 1989, se creó la Corporación Antiguo Puerto Madero con el objeto de urbanizar los terrenos del puerto en desuso. Esta urbanización significó la mayor obra en su tipo que se haya realizado en la historia de la Ciudad.

En 1991 comenzaron a remodelarse las 170 hectáreas del predio para formar un nuevo barrio en la ciudad. Se abrieron calles -que por ordenanza de 1995 llevan el nombre de importantes mujeres argentinas- y se reciclaron los viejos galpones, conservando los frentes de ladrillos a la vista y sus vigas de hierro fundido. Actualmente, los edificios albergan oficinas de diferentes empresas, modernos lofts con hermosas vistas al río, hoteles internacionales y una universidad privada.

También cuenta con diversos lugares de esparcimiento a lo largo de un paseo peatonal frente al canal que bordea los edificios, un complejo de cines, muchos restaurantes y pubs, dos museos flotantes: lla Fragata Sarmiento y la Corbeta Uruguay, de destacada actuación en la Armada Argentina. Y el antiguo Gran Hotel por donde pasaron millones de inmigrantes.

Al este de los diques, hacia el río ya hay habitados varios edificios de departamentos, y se están contruyendo otros, en una de las zonas más caras de Buenos Aires.

Macacha Güemes y Juana Manso

Como valor agregado, cruzando la antigua Costanera Sur, en terrenos ganados al río, están las 350 hectáreas de la Reserva Ecológica, refugio de numerosos ejemplares de la flora y la fauna típicas de la pampa y del delta del Paraná.
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domingo, 5 de abril de 2009

¿La venganza de Corina Kavanagh?

El edificio Kavanagh -frente a la Plaza San Martín- es una torre escalonada de hormigón armado de 120 metros de altura, 32 pisos y 105 viviendas. Cuando se inauguró (en 1936) fue el edificio más alto de Latinoamérica y la mayor estructura en el mundo de hormigón armado. El estilo es racionalista, caracterizado por la austeridad de las líneas, la carencia de ornamentos externos y los grandes volúmenes prismáticos.
Edificio Kavanagh-desde Plaza San Martín

La venganza de Corina (leyenda urbana)


Era una época donde las clases sociales no se mezclaban, pero eso no impidió que surgiera un romance entre Corina Kavanagh proveniente de una familia de "nuevos ricos", con un joven de alta alcurnia hijo de Mercedes Castellanos de Anchorena, quien habitaba (con 120 sirvientes) en lo que a partir de 1938 es el Palacio San Martín -sede de la Cancillería- la que se oponía tajantemente a la relación y que logró hacer que terminara.


Durante la década del ‘20, los Anchorena se centraron en la construcción de la Basílica del Santísimo Sacramento, futuro sepulcro familiar, que hoy funciona como un templo abierto a la comunidad. La intención era comprar un lote vacío que estaba justo frente a la iglesia para construir una nueva mansión y que de ese modo la parroquia quedara anexada.


Basílica del Santísimo Sacramento

Allí fue cuando la despechada Corina Kavanagh vio su venganza; redobló la apuesta y, tras conseguir comprar el lote, ordenó la construcción de un gran edificio cuyo único requisito era tapar completamente la visual de la iglesia desde todos los ángulos posibles y, sobre todo, desde los ventanales de la mansión de los Anchorena.


Si se quiere mirar de frente la actual Basílica del Santísimo Sacramento, uno se debe ubicar en el pasaje llamado "Corina Kavanagh" que forma parte de dicho Edificio
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Se dice que ésto es tan sólo una leyenda urbana, pero lo cierto es que el frente de la iglesia, al no ser recto el pasaje, sólo se ve parcialmente si se mira desde la calle Florida.

Pasaje Corina Kavanagh - desde Florida
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domingo, 22 de febrero de 2009

Tranvías de Buenos Aires

Hoy circulan tranvías en muchas ciudades del mundo: Amsterdam, Viena, París, Lisboa, Berlín, Barcelona, Frankfurt, son alguna de ellas.

En Buenos Aires el primer tranvía eléctrico -antes eran tirados por caballos y en 1880 ya había 146 km de vías- circuló el 22 de abril de 1897. A fines del siglo 19 ya había 647 kilómetros, convirtiéndose en una de las urbes con más tranvías. Pero a partir de 1952, los coches comenzaron a ser desmantelados y casi no quedaron piezas para reconstruirlos.

1940 - Mitre y San Martín

La década del 60 encontró a la ciudad con unos 1.800 tranvías. Pero su magia se terminó en 1963, cuando fueron sacados totalmente de servicio. No obstante, aún se pueden ver en muchas calles de Buenos Aires -pasados más de 40 años- a veces semi ocultas por capas de pavimento, las vías por donde alguna vez circularon.

El último en hacerlo fue el interno 3361, de la línea 38, construido unos pocos años antes por Fabricaciones Militares. Durante años estuvo en el colegio Hermanas de la Resurrección de Lanús (convertido en aula). Hasta que fue descubierto por un socio de la Asociación Amigos del Tranvía. Después de un trabajo de reconstrucción y restauración que llevó varios años, hoy forma parte de la "flota colección" de dicha asociación.

La eliminación del tranvía en Buenos Aires no fue un hecho aislado, ya que en América Latina la mayoría de los países siguieron el ejemplo de Estados Unidos (donde para 1975 solo ocho ciudades contaban aún con tranvías), suprimiéndolos masivamente en nombre del "progreso" (¿del progreso de las automotrices?). En cambio en Europa, muchos países no los abandonaron (Alemania, Holanda, Belgica, Suiza) y continuaron su perfeccionamiento. Su renacimiento comenzó después de la crisis petrolera de 1973, cuando se empezó a buscar un medio de transporte eficiente con capacidad de transporte intermediaria entre el autobús y el metro.

El regreso del tranvía

En 1980 la Asociación trajo un coche de Oporto, Portugal, similar a algunos que habían circulado en Buenos Aires en la década del '30 (acá no había quedado ninguno) y aprovechando la vía electrificada del subte A, que lleva a los galpones cercanos a la estación Primera Junta, puso a rodar otra vez el tranvía, un símbolo porteño, el Tranvía Histórico de Buenos Aires, en el que sábados, domingos y feriados se puede viajar de manera gratuita en alguno de los coches restaurados.


El 25 de julio de 2007, Perfil informaba sobre la inauguración de una línea de tranvía (el llamado Tren del Este) en Puerto Madero. El título de la nota: era Volvió el tranvía a Buenos Aires.

Tren del Este

Olvidó Perfil que ya desde 1986 se encontraba funcionando el "Premetro", que une la terminal de la línea E del subterráneo con el barrio General Savio.

Claro que el primero es para turistas, mientras que el Premetro sirve a los habitantes de la zona sur de la ciudad, y tal vez por eso dicho diario no lo registró.